miércoles, 4 de noviembre de 2009

...Y los hombres que me abandonaban llorando en las puertas de las discotecas, o en los portales que gritaban como las viudas de Sarajevo, que sonaban a concorde estallando sobre la pista, que me hacían seguirles reptando por las escaleras como una lombriz, con la cara llena de babas como una lombriz...

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