jueves, 22 de enero de 2009

La consagración de la primavera

Stravinsky dijo que su objetivo primordial en sus obras era mandarlo todo al infierno
Esa es mi meta

El estreno del ballet "La consagración de la primavera" de Stravinsky acabó a hostias. Desde luego el señor consiguió su propósito. Las renovaciones éticas y estéticas que Stravinsky introdujo en la música sentaron como un puntapié en un absceso en el intestino
Eso ya no sucede, el teatro ha muerto.
La gente ya no se apaliza por el tan necesario conflicto entre la ética y la estética para poner algo en pie sobre el escenario. Y son tan necesarias las hostias.
El arte está obligado a eyacular en la cara del público, y el teatro no consigue eso ya.
Por eso ha muerto el teatro y debemos crear uno nuevo.
El arte, y vease que digo Arte, nos pone en conflicto con lo cotidiano, porque el arte no es lo habitual, es lo inverosimil, y la gente solo espera ver el serial de la tarde, no aspira al conflicto ni a la crisis.

Como me acaban de decir, el arte se considera inutil, y lo es, pero la clave está en pensar que no lo es.
La gente ya sólo cree que la utilidad y lo tangible nos puede salvar.
Tampoco es sorprendente, tal y como están las cosas, teniendo en cuenta el fracaso de lo humano. Pero si la realidad y lo concreto ya lo tenemos y es una mierda, qué nos queda...
Nos queda el amor. El amor siempre es un conflicto. Y no me confundais el amor con algo de lo que hablan los jodidos anuncios de compresas ni la película de Hollywood de turno.
El amor como una atrocidad.
El arte como una guerra. Con beligerancia.

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